Argentina votó. ¿Qué cambia para Uruguay?
El domingo pasado Argentina celebró elecciones legislativas y el oficialismo obtuvo un resultado mejor al esperadoque el mercado interpretó como un respaldo político al gobierno de Javier Milei. Esa lectura se reflejó en los indicadores financieros: el “riesgo país” (que mide la probabilidad de que Argentina no pague su deuda) bajó, y los bonos argentinos subieron de precio, una señal de mayor confianza de los inversores.
Ese giro inicial permite proyectar algunos efectos para Uruguay, empezando por el frente cambiario. No hubo una devaluación inmediata del peso argentino, es decir, el tipo de cambio no saltó bruscamente después de la elección. Eso evita, por ahora, una brecha de precios aún mayor entre ambos países. Hoy Argentina sigue “cara” en dólares para los propios argentinos, un peso argentino relativamente estable favorece la llegada de turistas a Uruguay.
El dato no es menor: según el Observatorio de la Coyuntura Económica de la UCU, en el último verano el gasto de los argentinos en Uruguay creció 37% interanual y la cantidad de visitantes aumentó 52%. Pero aun así, el gasto total sigue lejos de los máximos: en dólares, el nivel del primer trimestre de 2025 estuvo 30% por debajo del récord de 2018; medido en pesos constantes, la distancia fue de 35%. Es decir: hay mejora, pero todavía no recuperación plena.
Sin embargo, el resultado electoral no resuelve los desafíos estructurales de la economía argentina. La actividad sigue estancada, sin motores claros de crecimiento; la inflación bajó, pero todavía se mantiene en torno al 2% mensual (un nivel alto para estándares internacionales), y continúan las restricciones cambiarias. Al mismo tiempo, el país enfrenta vencimientos de deuda elevados en los próximos meses sin haber logrado acumular reservas.
Para Uruguay, esto implica convivir con dos dimensiones al mismo tiempo: un escenario de corto plazo algo más favorable (particularmente para el turismo y el comercio de servicios), y un mediano plazo todavía condicionado por la incertidumbre. Si Argentina logra estabilizarse y atraer capitales, parte de la inversión regional podría reasignarse hacia ese mercado. Si, por el contrario, la estabilidad actual se interrumpe, volverían los incentivos al turismo y a consumir al otro lado del Río de la Plata.
En resumen, el resultado electoral alivió tensiones inmediatas, pero no despejó las dudas de fondo. Uruguay puede beneficiarse en la próxima temporada, pero el panorama seguirá dependiendo de la capacidad del gobierno argentino de convertir respaldo político en reformas efectivas.
SOFIA KATZENSTEIN