Brecha salarial en Uruguay: una desigualdad que aún cuesta 25% menos
El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó esta semana un estudio sobre la evolución de los salarios y la brecha de género en el sector privado formal entre 2018 y 2024. La investigación deja varias señales importantes sobre el mercado laboral uruguayo.
En relación con la brecha salarial por sexo, los resultados muestran una persistente desigualdad en torno al 27% durante todo el período analizado. La pandemia amplió esas distancias, con un pico en 2022 (28,7%). Sin embargo, en los últimos dos años la tendencia fue a la baja, hasta llegar al 25% en 2024, el nivel más bajo de la serie.
Las diferencias territoriales son claras: en 2024 la brecha se ubicó en 24,8% en Montevideo y 27,3% en el Interior. Aunque ambas cifras muestran cierta reducción respecto a años anteriores, el Interior mantiene una rigidez estructural que lo deja más rezagado. Al mirar los departamentos, las brechas más extremas sorprenden: Río Negro encabeza con un 78,5%, seguido de Tacuarembó (44,7%) y Lavalleja (38,5%). En el otro extremo, Rocha (7,8%), Rivera (11,8%) y Maldonado (15%) exhiben valores más bajos. Estas diferencias pueden explicarse por la estructura productiva de cada territorio.
La foto sectorial tampoco deja bien parado al mercado laboral. La industria presenta la mayor desigualdad, con una brecha de casi 40%. El comercio, pese a sus bajos salarios, también muestra diferencias marcadas (29%). En los servicios, la brecha ronda el 20%, algo más moderada pero igualmente significativa. La construcción, en cambio, aparece como un caso atípico: allí las mujeres ganan en promedio 10% más que los hombres, aunque este resultado se explica por su escasa participación y la concentración en roles de mayor calificación.
Por tamaño de empresa, las medianas aparecen como el segmento más crítico: la brecha llega a 41,5%, un nivel muy por encima del resto. Micro, pequeñas y grandes se mantienen en torno al 27-29%, lo que confirma que la desigualdad no distingue demasiado entre escalas productivas.
En definitiva, el estudio del INE confirma que la brecha salarial es un rasgo estructural del mercado laboral uruguayo. Puede achicarse en años de mayor estabilidad y ensancharse en tiempos de crisis, pero siempre está ahí, recordándonos que no alcanza con crecer: la equidad también necesita políticas activas. Porque mientras la economía se mueve en ciclos, la desigualdad parece tener memoria larga.
SOFIA KATZENSTEIN