Inversiones financieras: el punto de partida
En el artículo anterior recorrimos el mapa completo de las inversiones y vimos que no todo se resume en acciones o ladrillos. Existen distintas categorías, cada una con sus propias reglas y oportunidades.
Hoy empezamos a profundizar en la primera de ellas: las inversiones financieras. Son el punto de partida para la mayoría de las personas que deciden dar sus primeros pasos en el mundo de las inversiones.
¿Qué son las inversiones financieras?
Cuando invertimos en instrumentos financieros, en realidad lo que hacemos es prestar nuestro dinero o comprar una parte de algo intangible: una acción, un bono, una participación en un fondo. No compramos un bien físico, sino un derecho que nos da la posibilidad de recibir una ganancia futura.
Por ejemplo, si comprás una acción, te convertís en dueño de una pequeña parte de una empresa y con ello, te volves partícipe de las ganancias que pueda tener. Si comprás un bono, le prestás dinero a un gobierno o a una compañía, y ellos se comprometen a devolvértelo con intereses. En ambos casos, tu inversión tiene valor porque hay alguien del otro lado que se compromete a pagar.
¿Cómo funcionan?
Las inversiones financieras giran en torno a tres conceptos clave: rendimiento, riesgo y liquidez.
El rendimiento es lo que podés ganar.
El riesgo es la posibilidad de perder parte o todo lo invertido.
La liquidez indica qué tan fácil es vender o recuperar tu dinero.
La relación entre estas tres variables es el núcleo de cualquier decisión de inversión. En general, a mayor rendimiento potencial, mayor riesgo. Y los instrumentos más seguros, por lo general, ofrecen retornos más bajos.
Los principales tipos de inversiones financieras
Acciones: invertir en acciones significa participar en el capital de una empresa. Si la compañía crece y sus ganancias aumentan, el valor de tus acciones puede subir, y además podrías recibir dividendos. Es una forma de apostar al crecimiento económico, aunque también puede implicar grandes altibajos.
Bonos: cuando comprás un bono, le prestás dinero a un gobierno o una empresa. A cambio, recibís pagos periódicos de intereses y la devolución del capital al vencimiento. Son instrumentos más estables que las acciones, aunque no están exentos de riesgo: si la entidad emisora tiene problemas financieros, podría no cumplir con sus pagos.
Fondos mutuos y ETFs: son vehículos que agrupan el dinero de muchos inversores para comprar una cartera diversificada de activos. Los fondos mutuos son gestionados por profesionales; los ETFs, en cambio, suelen replicar índices como el S&P 500. Su principal ventaja es que permiten diversificar incluso con montos pequeños.
Depósitos y cuentas remuneradas: son las opciones más simples y conservadoras. Básicamente, el banco te paga intereses por mantener tu dinero allí. El riesgo es bajo, pero también lo es el retorno, por lo que a largo plazo suelen perder frente a la inflación.
¿Por qué suelen ser el primer paso?
Las inversiones financieras tienen algo que las hace únicas: accesibilidad. Hoy es posible invertir desde el celular, con montos bajos y plataformas que simplifican el proceso. Además, ofrecen una gran flexibilidad: se pueden ajustar a distintos perfiles, objetivos y horizontes de tiempo.
Por eso, para la mayoría de las personas que comienzan a invertir, los instrumentos financieros son el mejor punto de partida. Permiten aprender sobre el comportamiento del mercado, desarrollar disciplina y construir una base sólida antes de explorar alternativas más complejas.
Claves para invertir con criterio
Empezar no significa hacerlo sin rumbo. Estas son algunas pautas que conviene tener siempre presentes:
Entendé en qué estás invirtiendo. Si no podés explicar el instrumento con tus propias palabras, probablemente todavía no estés listo para invertir en él.
Diversificá. No pongas todos los huevos en la misma canasta. Combiná activos de distintos tipos para reducir el riesgo total.
Tené un horizonte. Las inversiones financieras rinden con tiempo y paciencia, no de un día para otro.
No sigas las modas. Las tendencias del mercado cambian, pero una buena estrategia personal se mantiene.
Las inversiones financieras son el corazón de la economía moderna. Permiten que las empresas se financien, que los gobiernos consigan recursos y que las personas hagan crecer su dinero.
En el próximo artículo de esta serie, vamos a explorar un mundo distinto: los mercados privados.
LUCIA CARBAJALES