Pobreza en Uruguay: una foto más ajustada

El Instituto Nacional de Estadística (INE) actualizó la metodología para medir la pobreza en Uruguay y los números cambiaron significativamente. Según los nuevos datos publicados el viernes pasado, en 2024 la pobreza alcanzó al 17,3% de la población, más del doble del 8,3% que se había calculado con el método anterior. 

¿Por qué el salto en las cifras? La diferencia se debe principalmente a que la antigua metodología, basada en la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH) de 2006, estaba desactualizada. Ahora se utiliza una nueva línea de pobreza basada en la ENGIH 2017, que refleja mejor los patrones de consumo actuales.

¿Qué mide exactamente esta línea de pobreza? El método utilizado es el de pobreza monetaria, que mide si los ingresos de un hogar son suficientes para cubrir una Canasta Básica Total (CBT), compuesta por una Canasta Básica Alimentaria (CBA) y una Canasta Básica No Alimentaria (CBNA). Si los ingresos de un hogar están por debajo de esta línea, el hogar se considera pobre. Además, existe una línea de indigencia, que solo incluye alimentos básicos (CBA) y mide la pobreza extremaEn 2024, la indigencia se estimó en 1,5%, aunque con el método anterior se habría ubicado en 0,3%.

¿Quiénes son los más afectados? La pobreza infantil sigue siendo un problema estructural en Uruguay. Según los nuevos datos, la pobreza en menores de 6 años es del 32,2% (uno de cada tres niños), en la franja de 6 a 12 años es del 28,1%, y en adolescentes de 13 a 17 años es del 27,5%. Entre los adultos jóvenes (18 a 64 años) es del 15,4%, y en mayores de 65 años es del 6,3%. Esta distribución muestra que el impacto de la pobreza disminuye con la edad, pero sigue siendo alarmantemente alta entre los más jóvenes.

¿Montevideo o el interior? Históricamente, la pobreza ha sido más alta en Montevideo que en el interior, pero esta brecha se ha reducido con la nueva metodología. Ahora, la pobreza en Montevideo es del 17,5%, apenas por encima del 17,1% en el interior del país. Esta equiparación se debe, en parte, a un incremento en los costos de vida en las regiones rurales y cambios en los patrones de consumo, que han hecho que la línea de pobreza en el interior se acerque más a la de la capital.

¿Y ahora qué? Este cambio en los números no significa necesariamente que haya más pobres, sino que estamos usando una vara más precisa para medir la realidad. De hecho, tanto la pobreza como la indigencia disminuyeron entre 2023 y 2024 cuando se calcula con esta nueva metodología (de 19,7% a 17,3% en pobreza y de 2,3% a 1,5% en indigencia). El desafío ahora es cómo usar estos datos para mejorar las políticas públicas y reducir estas cifras en los próximos años.

SOFIA KATZENSTEIN

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