Balance del primer semestre: UI y USD
¿Qué pasó con la UI y el dólar? ¿Y qué significa para los distintos sectores?
La primera mitad del 2025 dejó una doble señal. Por un lado, la Unidad Indexada (UI) siguió su curso ascendente (aunque moderado), subiendo de 6,17 a 6,37 (+3,2%) desde enero a fines de junio. Por otro, el dólar cayó más de $4, pasando de $43,9 a $39,5 (-9,9%), su valor más bajo desde junio del año pasado.
Detrás de estos movimientos hay factores globales y locales.
La UI, que ajusta su valor diariamente según la inflación del mes pasado, refleja una inflación que se consolidó dentro del rango de tolerancia del Banco Central. La UI es una referencia clave en contratos, préstamos e inversiones: cuando la inflación sube, la UI también, y eso impacta en las cuotas o rendimientos asociados.
En cambio, el caso del dólar fue distinto. En el mundo, el primer semestre marcó la peor caída global del dólar en más de 50 años. ¿Los motivos? Menores expectativas de suba de tasas en Estados Unidos, dudas sobre la sostenibilidad fiscal, acuerdos comerciales y la tensión geopolítica. A esto se le suma en Uruguay, un contexto de tasas locales altas, entrada de capitales y un mercado que sigue viendo al país como un refugio financiero.
¿Quiénes se beneficiaron y quiénes se vieron perjudicados?
Los importadores resultaron claramente beneficiados: el dólar barato redujo sus costos y les permitió, en algunos casos, mantener precios sin trasladar aumentos.
También salieron favorecidos los consumidores, que encontraron cierta estabilidad de precios, especialmente en productos importados o dolarizados como tecnología y bienes durables.
Los deudores en dólares aprovecharon la baja del tipo de cambio para aliviar sus cuotas en pesos, mientras que, los que ahorran en pesos, que invirtieron en instrumentos indexados o con tasas reales positivas lograron preservar su poder de compra.
En el otro lado, los exportadores y las empresas que operan en dólares vieron sus ingresos en pesos comprimidos por un tipo de cambio más bajo. Los ahorradores en dólares sufrieron la pérdida de valor de sus reservas en pesos, y los deudores en UI continuaron enfrentando cuotas crecientes al ritmo del ajuste de la unidad. Quienes dejaron sus pesos sin invertir también perdieron poder adquisitivo frente a la inflación, aunque esta haya sido moderada, tal como explicó Lucía en su artículo de “Food for thought” el viernes pasado.
¿Y ahora qué?
El semestre dejó señales de transición: el ciclo de tasas altas parece empezar a aflojar, la inflación sigue controlada y el dólar se movió al ritmo de los mercados globales. Todo apunta a una segunda mitad del año con más incertidumbre que certezas.
SOFIA KATZENSTEIN