Tu hoja de ruta, para no perder el rumbo
En los artículos anteriores hablamos sobre los objetivos de inversión y el perfil de inversor. Hoy vamos a empezar a unir esas piezas y a construir un plan que puedas sostener en el tiempo. Como ya dijimos otras veces: no existe una única forma correcta de invertir. Tu estrategia tiene que ser personal, ajustada a tus metas, tus tiempos y tu nivel de comodidad frente al riesgo.
Objetivo, plazo y perfil: las bases de toda estrategia
Toda estrategia de inversión se apoya en tres pilares: el objetivo que tenés, el tiempo que te das para alcanzarlo y el nivel de riesgo que estás dispuesto a asumir.
Cuanto más lejano sea tu objetivo, más margen tenés para asumir riesgo. Si estás invirtiendo para tu jubilación dentro de 30 años, el tiempo está a tu favor y podés tolerar cierta volatilidad. Pero si el objetivo es a corto plazo, como pagar una maestría el año que viene, el foco está en proteger el capital.
Acá es donde entra tu perfil. Dos personas con el mismo objetivo y el mismo plazo pueden necesitar estrategias diferentes, simplemente porque no tienen la misma tolerancia al riesgo. Una persona puede sentirse cómoda con movimientos del mercado, y otra con el mismo objetivo y tiempo, preferir mayor estabilidad aunque eso implique rendimientos más bajos.
El objetivo define el para qué, el plazo define el cuándo y el perfil define el cómo. Cuando esos tres elementos están alineados, la estrategia tiene más chances de sostenerse.
Diversificación: menos ruido, más eqilibrio
Diversificar es repartir tu dinero entre distintos activos, sectores, regiones y plazos. El viejo y querido, no poner todos los huevos en la misma canasta. La idea es que si una parte de tu cartera no está rindiendo como esperabas, otra pueda compensarlo. No es magia: el riesgo individual sigue existiendo, pero en la combinación dele elementos se distribuye mejor.
Y no, diversificar no es tener muchas inversiones. Es tener una combinación pensada. Tener 10 acciones tecnológicas de EE. UU. no es diversificación: estás apostando todo a al mismo sector y al mismo país, si una de esas empresas cae, es probable que las demás lo hagan también.
¿Cómo se puede diversificar?
Por tipo de activo*:
Acciones: más potencial de crecimiento, también más volatilidad.
Bonos: más estables, aunque con menor rendimiento.
Instrumentos de bajo riesgo: como plazos fijos o money markets. Protegen el capital.
Por plazo: corto, mediano y largo, según tus necesidades.
Por región o sector: distintos países e industrias reaccionan diferente ante el contexto económico. Mezclar ayuda a reducir exposición a shocks puntuales.
Y sí, funciona. Un estudio de Acadian Asset Management, que analizó más de 20 años de datos, demostró que diversificar entre sectores y regiones sigue siendo una de las estrategias más efectivas para reducir el riesgo, incluso en crisis como la de 2008 o la pandemia. También hay evidencia de Vanguard y Morningstar que muestra que las carteras diversificadas tienden a ser más estables y protegen mejor el capital a lo largo del tiempo.
Asset allocation: el corazón de tu estrategia
El asset allocation (o asignación de activos) es cómo vas a repartir tu capital entre los distintos tipos de inversiones. Es una de las decisiones más importantes que vas a tomar, porque tiene mucho más peso en los resultados de largo plazo que elegir productos puntuales.
Esta distribución tiene que estar alineada con tu perfil y tu horizonte. No es lo mismo armar una cartera para alguien con alta tolerancia al riesgo y objetivos a 30 años, que para alguien con metas más cercanas y menor margen para volatilidad.
Algunos ejemplos típicos según el perfil de inversión, pensando en el largo plazo**:
Perfil conservador: 70% bonos – 25% acciones – 5% efectivo
Perfil moderado: 60% bonos – 35% acciones – 5% efectivo
Perfil agresivo: 70% acciones – 25% bonos – 5% efectivo
Estos porcentajes son solo una referencia. La clave es adaptarlos a tu realidad y revisar tu estrategia con el tiempo.
Para cerrar
La mejor estrategia no es la más compleja ni la que promete más rendimiento. Es la que entendés, podés sostener y se adapta a vos. Invertir con sentido no es perseguir “la inversión ideal”, es construir un plan que te acompañe en cada etapa.
En el próximo artículo, vamos a hablar de productos: qué instrumentos existen, para qué sirven y cómo elegir los que mejor se alinean con tu estrategia. Porque una vez que tenés el mapa, llega el momento de salir a caminarlo.
LUCIA CARBAJALES
* Hay más opciones de tipos de activos, pero estas tres son las principales para pequeños inversores.
**Estos valores no representan recomendaciones de inversión, buscan ilustrar carteras modelo para cada perfil inversor.