El impulso del líder: ¿cómo romper el techo de cristal de la ganadería uruguaya?

En columnas anteriores de Latitudes se mostró cómo el sector cárnico, con altos precios actuales, está liderando las exportaciones de bienes de Uruguay. Y no sólo eso. Según un reciente informe de CERES, emplea a 90 mil personas en toda la cadena, aporta casi USD 700 millones por pago de impuestos y supera el 10% del PBI del país al considerar el impacto indirecto generado en la producción (CERES, 2024). Pero hace tiempo que no crece significativamente. 

Se suele decir que para la ganadería uruguaya hay un techo de cristal difícil de romper. Durante décadas, no ha sido posible —salvo excepciones— superar las 2,4 millones de cabezas faenadas al año. 

¿Se puede romper ese techo? ¿Por dónde se empieza? 

Para producir más y mejor se requiere muchas cosas: invertir en tecnología, mejorar la eficiencia, reducir costos, sacar mayor provecho de los subproductos, y más. Pero, sobre todo, exige una mejor inserción internacional.

El ejemplo de la Cuota 481 —cupo de exportación a la Unión Europea desde 2009 para carne bovina de alta calidad, libre de aranceles, donde se compite por “llegar” primero— nos mostró cómo cuando hay demanda por un producto específico, la ganadería uruguaya es capaz de responder de manera ágil y eficiente. 

La industria tiene capacidad para faenar hasta un millón de cabezas más por año sin necesidad de grandes inversiones adicionales, y la demanda global de proteína animal sigue firme. Pero falta demanda competitiva, porque el crecimiento viene por más demanda externa; no hay espacio de crecimiento en el mercado interno.

El 84% de la carne producida en Uruguay se exporta. Pero la estructura de destinos no ayuda. China concentraba la mayor parte, pero cae en demanda. Luego se le exporta a Estados Unidos y Europa, que pagan mejor, pero más allá de las cuotas, los aranceles de ingreso son elevados. El resto de los destinos, salvo excepciones, también mantiene aranceles altos, lo que deja una carga arancelaria efectiva de todo el sector de 12%, mucho más alta que un competidor directo como Australia (5%) y que el promedio de los sectores de bienes exportadores de Uruguay.

Entonces, lo que está frenando el crecimiento, en buena parte, es el hecho de que todo lo que se venda por encima de lo que se vende hoy, va a ser colocado con aranceles iguales o más altos en promedio a los aranceles ya elevados que tiene el sector. Porque ya están cubiertas las cuotas de arancel 0, y no hay mercados pujantes abiertos con bajos aranceles. Si Uruguay aumenta 20% su producción y le vende a los mismos destinos que hoy, la carga arancelaria de esa producción adicional sería 21%: difícil competir así.

Pero hay oportunidades. 

Varios países del sudeste asiático[1] y Medio Oriente podrían convertirse en destinos clave con mayor presencia y venta del producto, mayor concreción de habilitaciones sanitarias y certificaciones religiosas y acuerdos más favorables. Son países con demanda creciente de carne, con aranceles bajos, y varios de ellos dispuestos a pagar altos precios. En África también hay oportunidades, con países de renta creciente y demanda de carne en aumento. 

Hoy se está avanzando, con habilitaciones concretadas y en camino en Malasia, Indonesia, Vietnam y Filipinas, y acuerdos por producto con China, Japón, Indonesia y Filipinas. Pero para que una mejora significativa ocurra, hace falta un esfuerzo mayor, con una coordinación público-privado de promoción más prioritaria, profesional y agresiva, en el buen sentido de la palabra. 

Un aumento de producción del 20% implicaría un impacto económico superior a los 1.100 millones de dólares (1,4% del PBI) y la creación de casi 3.000 empleos, la mayoría en zonas de alto desempleo y bajo ingreso, según el informe de CERES. Vale la pena el esfuerzo.

No se trata de subsidios. Se trata de abrir mercados, negociar mejor acceso y poner a la política comercial al servicio de quienes generan empleo y valor. El país debe aprovechar mejor su activo más valioso: su prestigio como productor confiable, sostenible y de alta calidad. Y el sector mostró que cuando hay demanda, responde y responde bien.

El techo de cristal puede romperse, pero solo si mejoramos lo que tracciona a toda la cadena. 

MARTIN ALESINA

Fuente: Informe Especial CERES (2024). Estado actual, impacto y potencial del sector cárnico en Uruguay.

[1] En el sudeste asiático las barreras paraarancelarias como licencias para importaciones y el poco interés dificultan el acceso.