Invertir sin objetivos, es como navegar sin mapa

Antes de invertir, lo primero que necesitás tener claro es para qué lo vas a hacer. ¿Qué objetivo querés alcanzar? ¿En cuánto tiempo? ¿Con qué recursos contás hoy para lograrlo?

Estas preguntas pueden parecer simples, pero sus respuestas son profundamente personales. No existe una única forma correcta de invertir, porque no hay un único objetivo válido. Hay tantas respuestas como personas, y eso es justamente lo que hace que este proceso tenga que ser tuyo, adaptado a tu realidad, tus tiempos y tus metas.

En este primer paso, vamos a ayudarte a identificar tus objetivos financieros. Porque solo entendiendo lo que querés lograr, vas a poder construir un plan que realmente funcione para vos.

Plazo y objetivos: una relación clave

No todos los objetivos tienen el mismo horizonte de tiempo, y eso va a influir directamente en el tipo de inversión que podemos asumir para alcanzarlos. El plazo es una de las variables más importantes a tener en cuenta cuando empezamos a planificar.

Los objetivos a corto plazo son aquellos que queremos lograr en menos de un año. Puede tratarse de ahorrar para un viaje, cubrir un gasto puntual o hacer una reforma menor en el hogar. En estos casos, lo más recomendable es no asumir riesgos, ya que el tiempo para recuperarse ante una posible pérdida es muy limitado. Por eso, este tipo de metas conviene resolverlas principalmente a través del ahorro, no de la inversión.

Los objetivos a mediano plazo son los que nos proponemos alcanzar en un período de entre dos y cinco años. No están tan cerca como para resolverlos únicamente con ahorro, pero tampoco tan lejos como para permitirnos asumir riesgos demasiado altos. Algunos ejemplos pueden ser financiar una especialización, dar la seña para una vivienda o poner en marcha un emprendimiento. Lo más probable es que necesitemos obtener un rendimiento mayor al que ofrece una cuenta de ahorro tradicional, pero sin exponer ese dinero a una volatilidad que pueda poner en riesgo su disponibilidad cuando lo necesitemos.

Por último, los objetivos a largo plazo son aquellos que esperamos alcanzar en más de cinco años. Puede tratarse de comprar una casa en seis años, de ahorrar para la educación terciaria de nuestros hijos dentro de veinte, o incluso de planificar nuestra jubilación desde temprano, pensando en un horizonte de cuarenta años. Justamente por tratarse de un plazo extendido, estos objetivos nos permiten asumir un poco más de riesgo en busca de mayor rendimiento, ya que tenemos tiempo para atravesar las subidas y bajadas del mercado. En general, este tipo de metas están asociadas a grandes proyectos de vida o a la construcción de patrimonio, lo que requiere planificación, constancia y una estrategia bien pensada.

SMART Goals: una estrategia para definir objetivos que realmente puedas cumplir

Hay una regla que sirve para casi cualquier tipo de meta, no solo las financieras, y es usar el acrónimo SMART. ¿Pero qué significa cada una de esas letras y cómo pueden ayudarte a que tus objetivos de inversión no queden solo en intenciones?

La idea es que tus objetivos sigan estas cinco características:

  • Specific (Específicos): en lugar de plantearte metas genéricas como “ahorrar dinero”, sé claro y concreto. ¿Para qué estás ahorrando? ¿Cuánto necesitás? Cuanto más específico sea el objetivo, más fácil va a ser tomar decisiones alineadas con él.

  • Measurable (Medibles): tus objetivos tienen que poder medirse. Si no podés hacerle seguimiento al progreso, es difícil saber si estás avanzando o no. Medir también ayuda a mantener la motivación.

  • Achievable (Alcanzables): tus objetivos tienen que ser posibles. Eso no significa que no puedan ser ambiciosos, pero sí realistas. Resistí la tentación de plantearte metas imposibles solo porque “suena bien”.

  • Realistic (Realistas): sí, se parece al punto anterior, pero va un poco más allá. No se trata solo de que el objetivo sea posible, sino de que tenga sentido en tu contexto actual. Desafiate, pero sin meterte en una misión imposible.

  • Time-bounded (Con plazo definido): ponéle fecha. Cuando definís un plazo para alcanzar un objetivo, es más fácil mantener el foco y priorizar. Además, te permite dividir el camino en pasos más chicos y manejables, con tiempos intermedios para revisar cómo venís.

Puede parecer que todo esto no tiene tanto que ver con invertir, pero en realidad es el punto de partida. Tener objetivos claros es lo que te va a dar dirección, y sobre todo, lo que te va a ayudar a mantener la calma cuando todo a tu alrededor parezca moverse. Es lo que te va a evitar entrar en pánico o cambiar de rumbo frente a cada noticia, crisis o comentario ajeno.

Te invito a que, antes de la semana que viene, te tomes un momento para definir tus propios objetivos. Pensalos según los distintos horizontes de tiempo y tratá de escribirlos siguiendo la lógica SMART. La próxima semana vamos a hablar de un objetivo que, en mi opinión, es el más importante de todos. Un objetivo que, tarde o temprano, todas las personas vamos a tener que enfrentar: la jubilación.

LUCIA CARBAJALES

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El mejor momento para invertir no es el que pensás